domingo, 16 de febrero de 2014

Capítulo 8- Evan.

Abrí mis ojos.
No tenía ni idea de donde estaba. Parpadeé unas cuantas veces, hasta que mis ojos pudieron enfocar otra vez los objetos.
Verde. Veía verde. Hierba. Hierba suave y cómoda, sobre la que estaba tumbado. Más allá de ese verde podía ver una carretera, por la que de vez en cuando transitaban algunos coches.
¿Había dormido aquí tirado en pleno invierno? ¿Como era que no había muerto de congelación?
Noté una capa de calor sobre mi. Algo debió de resguardarme del frío de la noche.
Intenté agarrarlo con mis torpes dedos para poder ver lo que era.
Una gordita manta granate.
Granate.
Igual que la manta que siempre dejábamos en la mecedora del porche. 
Esa era mi manta.

Mi cabeza pesaba una tonelada, pero ,con esfuerzo, conseguí girar para ver lo que antes estaba a mis espaldas. Mi casa. Mi porche. Había pasado toda la noche durmiendo en el jardín, demasiado borracho como para poder abrir la puerta.
Puse todo mi esfuerzo y empeño en levantarme para poder entrar en casa, pero cuando llegué a la puerta descubrí el porqué ayer no había podido pasar. No tenía llaves.

Busqué frenéticamente por todo el jardín. Iba a darme por vencido cuando el reflejo de algo metálico entre la hierba captó mi atención. Las llaves. Por fin. Las cogí y entré tan rápido como pude en casa.
Cuando estuve dentro, Brad no apareció por ninguna parte para echarme la bronca, así que supuse que, como había sido sábado, él habría salido también. Seguramente para follarse a una mujer, cansado de tener que reprimirse siempre.
Intenté no pensar mucho en eso.
Sabía que a Brad le daba igual follarse a otras mujeres, pero por alguna razón, ese pensamiento me molestaba bastante, y siempre intentaba mantenerlo alejado de mi.
Tenía motivos más que suficientes para odiarle, y ese no hacía más que empeorar mi estado de humor.

Mi cabeza iba a explotar y el olor a alcohol me revolvía el estómago, así que subí las escaleras hasta mi baño.
Vomité unas cuantas veces, arrodillado sobre el retrete, y cuando me sentí un poco más aliviado, empecé a desvestirme.
Entré a la ducha y dejé que el agua cayese directamente sobre mi cabeza. Empapándome,  y sintiéndome un poco mejor. Me apetecía darme un baño. Puse el tapón de la bañera y, cuando se llenó, me senté, dispuesto a relajarme.

-Mierda.

Mis calzoncillos y mis calcetines se habían empapado. No recordé que los tenía puestos. 
Me los quité. Me coloqué en la postura en la que más cómodo estuve y permanecí así hasta que unos feos y desproporcionados números, escritos en mi mano, llamaron mi atención.
Parecía un número de teléfono... ¿Que era eso?
Me paré a pensarlo durante varios minutos hasta que un nombre pasó fugazmente por mi cabeza. Pitt.
Ese número debía de ser el que escribió Pitt en mi mano ayer.
¿Acaso iba a llamarle? ¿Que iba a decirle? "Hola Pitt, soy Evan. Ese chico raro que tenía una 'camiseta flipante' y del que seguro no te acuerdas, porque estabas demasiado borracho."
No.
No.
No le llamaría.

Salí de la bañera y me puse mi pijama, más una gorda sudadera encima. Tal vez fuese por dormir fuera, pero estaba destemplado, y los dientes me castañeaban.

Estuve vomitando y bebiendo agua durante toda la mañana, hasta que, un par de horas después del mediodía, llegó Brad.
En cuanto escuché el portazo, subí a mi habitación.
No sabía lo que Brad había hecho, y tampoco me importaba. La cabeza me martilleaba. Cerré la puerta de mi habitación y me tumbé en mi cama, deseando poder dormir un poco. Cerré los ojos, y entonces escuché unos fuertes pasos que subían por las escaleras. La puerta se abrió.

    -Acabo de llegar a mi casa. No piensas saludarme, maldito niñato?

    -Adiós, Brad.

    -Esta es mi casa, y tu vives aquí porque yo te lo permito. Eres un puto crío estúpido. Lo mínimo que puedes hacer por mi es saludarme, asqueroso desagradecido.

    -Creo que deberías tomar medicación para controlar tus ataques de ira. Puto psicópata.

    -Vaya, en serio. ¿Medicación? Tú si que deberías tomar medicación. Alcohol, tabaco, maría, drogas...¿que más te falta? Eres un desagradecido. Das asco. Debería darte vergüenza mostrarte ante mi con esa cara. ¡En mi casa! 
   
     -¡Estoy harto de estar en tu putísima casa! ¡Déjame irme de una puta vez, estaré encantado! 

     -¡A mi no me grites, niñato! Eres un maleducado. Tienes que aprender a mostrar respeto a tus mayores.  Debí meterte en una residencia, todo estaría muchísimo mejor. No te tendría que aguantar en mi casa, en esta misma habitación, que tampoco es tuya, borracho. Apuesto a que con un horrible dolor de cabeza, porque Dios te lo está haciendo pagar. ¿Verdad, niñato? 

      -Estás enfermo. Déjame en paz.

      -Estarías mejor muerto.

Y cerró la puerta. "Muerto, muerto, muerto..." Era su voz, susurrando esas palabras en mi cabeza, una y otra vez. No estaba equivocado, Brad debería tomar pastillas. Estaba loco. Era un jodido demente. "Muerto." ¿Quien era él para nombrar a Dios? Dios no existe. Y Brad tampoco cree en él. ¿Lo habría hecho sin querer, o sabría lo mucho que me afectaría? La ira volvía a correr por mis venas, y temí explotar. Tenía ganas de irme de casa, de "su casa". De gritarle lo mucho que le odiaba. Y tuve ganas de partirle la cabeza.
Me levanté y estuve dando círculos en mi habitación hasta que me calmé un poco. Estaba muerto de cansancio, necesitaba dormir un poco. Ya pensaría más tarde en toda esa mierda.

Me tumbé en la cama. Todo estaba en silencio y aún así, es como si llegasen a mis oídos miles de gritos que no hacían más que retumbar y retumbar.
Empecé a jugar con mis recuerdos para distraerme. Al principio vanos intentos sobre cosas que estaban desvanecidas. ¿Con cuantas personas había estado? Ni idea. Ya me resultaba bastante raro que me hubiesen hablado.
¿Quien era Pitt? Un chico de pelo oscuro. Ojos caramelo. ¿O no? No. Pitt era rubio. El que me escribió su número. Si. Muy majo. El típico chico que les gusta a todas. ¿Quien era el otro chico? ¿Por que recordaba su cara? Había sido muy amable toda la noche. Amable y más serio que Pitt. ¿Como se llamaba? Era algo parecido a Jess... No. Jess es nombre de chica, ¿no? Jeff. El chico se llamaba Jeff.

No recordaba mucho más.
Pitt y Jeff.
Jeff y Pitt.


¿Qué diferencias podría haber entre todos nosotros? ¿Que fallaba en mi? Al fin y al cabo, todos teníamos resaca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario